beatlemaniatic@s que me siguen

viernes, 7 de marzo de 2014

Capítulo VII: Plan de escape



Pasó un mes desde que las muchachas llegaron a la mansión Lennon, las cosas con Maureen seguían en las mismas aunque no estaba tan entusiasmada seguía yendo acompañada de Richard a los estudios que se le hacían diariamente para poder, encontrar alguna anomalía mas en torno a sus ojos, no se encontró ninguna por lo que el especialista explicó que no había ningún inconveniente con que la operación de Maureen se realizara hasta la semana siguiente, Maureen por su parte no sintió nada  que se le asemejara a la felicidad pues todavía recordaba la condición de Richard cuando salieron por primera vez de aquel consultorio, casarse con él, no le quedaba de otra ;tampoco quería quedarse ciega el resto de su vida.
Paul seguía siendo el mismo tierno con Lucrecia, eso cuando no estaban delante sus hermanos, le fastidiaba tener que tratar mal a la gente, pero si no lo hacía seguro a la muchacha le iría peor, pues a cada uno les fue asignada una tarea por parte de su padre y era precisamente Ringo el encargado de ellas, por lo que en presencia de sus hermanos la trataba casi con la punta del pie, pero cuando llegaba la noche y volvían a tener un poco de intimidad, volvía a ser el mismo; dormían bajo doble seguro para que a ninguno de sus hermanos se le ocurriese entrar, ya se imaginaria el alboroto que seguramente iba a causar si es que Ringo llegaba a saber que Lucrecia dormía en la cama, y él en un sofá.
Las cosas con John y Cynthia estaban en el mismo punto desde el principio, a ella no le importaba nada más que salir de esa pocilga que día con día aborrecía mas,  John por su parte no la veía más que como la puta con quien desfogaba sus ganas de hombre urgido, para hacer el amor, tendría que esperar a que Yoko llegase a  Londres que sería en el mes entrante; cuando se celebrara la boda de Richard y la cieguita o mejor dicho seria ex cieguita para entonces,  entre tanto Cynthia solo era un polvo, polvo que resultaba netamente incomodo a la par que algo  sin sabor pues él no estaba acostumbrado a tratos toscos por parte de las chicas, Cynthia era la primera a decir verdad, empezaba a sentirse un tanto molesto por la manera seca en que lo trataba.
Sin embargo era algo que sinceramente no le importaba, Cynthia significó en la vida de John el empezar a conocer los sentimientos revueltos, pues una parte de él le despreciaba de la misma manera en que ella lo despreciaba a él, y sin embargo la otra, le obligaba a cercarse a Cynthia, no había noche en que no estuviese embistiéndola como un ex presidiario a quien guardaron bastante tiempo en prisión, sin embargo lo hacía con mucha fuerza le revoleteaba que Cynthia permaneciese callada a la hora del acto, el hecho de que aferrase sus uñas en su carne o en las sabanas no significaba nada para el joven Lennon, a quien comenzaba a tildarle la paciencia esa chiquilla estúpida.
En tanto George no volvió a tocar a Olivia, total estaba seguro de haberla desflorado en el primer día, lo único que se le escapó fue que Olivia ya no era del todo virgen; George fue el segundo hombre en su vida, pues la virginidad la perdió hacia dos años con un muchacho dos años mayor que ella. Solo que Olivia se quedó callada, inclusive le acondicionó una de las habitaciones del servicio por lo que a diferencia de sus otras compañeras, ella podría decirse que estaba plácidamente cómoda sin tener que soportarlo. Aunque no podía mentir, George era atractivamente guapo bastante guapo a decir verdad y sentía como que en los posters que tenía en su habitación antes de ir a caer a ese maldito orfanato estaban demasiado bien retocados pues de todos era el que menos necesitaba retoques especiales.
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Alto
Moreno
Ojos obscuros
Sexy
Simpático
Cínico
Así era George Lennon el hombre que traía de cabeza el mundo de una adolescente de dieciseis años, Olivia se revolvió en su pequeña cama individual tratando de poder conciliar el sueño en el poco rato que tuvo libre, hizo sus tareas rápido por lo que Rita no tuvo más que darle,  de las comidas de los señoritos se encargaba ella pues eran demasiado especiales y no les gustaba que cualquier persona las preparase, aparte de que eran demasiado desconfiados inclusive, Paul.
De pronto Olivia se levantó de sopetón se quedó con los brazos flexionados hacia atrás sosteniéndose así para no volver a caer en este, una idea cruzó por su mente llenándola de miedo: ¿Qué pasaría si llegara a enfadar al pequeño George?
Según sabia el muchacho tenía novia una modelo inglesa de nombre Pattie el apellido si bien no lo recordaba pero la pregunta era ¿Qué iba a pasar con ella cuando él y ella se casaran? Olivia se llevó una mano al pecho tratando de calmar los latidos desbocados de su joven corazón, que al parecer quería salírsele por la boca, se asustó muy de repente fue imposible seguir quedándose en la cama, ahora lo que había que hacer seria idear un plan para enloquecer a su “amo”.
O al menos que le diese tiempo para ver cuales eran los puntos débiles de la casa en todo el mes que llevaba viviendo en la mansión Lennon, le fue prohibido salir inclusive al jardín y si llegaba a hacerlo, alguien tenia que acompañarla ,no podía acercarse a ninguna de las rejas que daban a la calle.
Las salidas para hacer las compras de las semanas solamente las hacia Rita, en tanto que ellas se quedaban dentro haciendo las labores que llevaba consigo el ser una sirvienta.
Pero de pronto una leve brisa e aire llego hasta ella, le hizo voltear apenas volteó descubrió prácticamente lo que podría ser su puerta de salvación: Se trataba de un jardín el cual hasta entonces fue totalmente desconocido para ella, lo interesante de este es que tenía una puerta que daba directamente a la calle y lo mejor de todo: SIN VIGILANTES, lo que le haría als cosas mas fáciles al momento de escapar.
Ahora solo tendría que compartir con alguien su secreto, estaba segura de que no nada mas ella querría salir de ahí, por Maureen no se interesaba pues a ella le faltaba poco para convertirse en Maureen Lennon; salió de su habitación en busca de Cynthia, no era que desconfiara de Lucrecia, la chica le caía bien sin embargo la veía demasiado asustadiza y la verdad tenia miedo de que pasara algo y  por una les fuese peor a todas.
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Bajó corriendo las escaleras lo que le hizo tropezar con uno de los guardias, para su mala suerte el que le caía más mal de todos: Pete Best.
-Miren lo que me encontré.-Pete no tuvo empachos en acercarla demasiado a él haciéndola rozar con su parte intima.-¿Adonde con tanta prisa?
De no ser porque Olivia se zafó como pudo aun estaría en brazos de ese idiota.
-¡Que carácter!
Olivia no tenia tiempo de quedarse a escuchar las estupideces que solía decir Best, obviamente siempre ,su cerebro se la mantenía atrofiado gracias al excesivo uso de drogas que este solía usar para aguantar las duras sesiones de guardia que duraban casi toda la noche; y parte del dia
Siguió su camino dejando a Best con una sonrisa de idiota pintada en la sala hasta que encontró a la persona que buscaba saliendo del cierto de lavandería con ropa de John.
-¿Y a ti que te pasó?-Cuestiono Cynthia al verla algo atrofiada.-¿Viste al coco o que?
-Deja de hacerte la graciosa.-Olivia la haló del brazo hasta un rincón que se encontraba justo por de bajo de las escaleras.
-¿Piensas decirme el porque de tanto misterio?
-Encontré una salida Cynthia.
Cynthia dejo de hacerse la chistosa, eso podría significar su salida de ese maldito infierno.
-¿Qué? Pero si este lugar esta mas vigilado que un cuartel.
-Pues esta no, se encuentra justo en frente de mi habitación, es un jardín y tiene una reja que da a una de las calles, Cynthia lo mejor de todo es que no hay ningún guardia vigilando.
Cynthia al igual que Olivia se emociono, ya podía verse a si misma libre de la peste que era John Lennon quizás podría llevarse a Mo también, solo habría que avisarle a la otra chica, Lucrecia.
-¿Estas segura de que no hay guardias?
- Por supuesto.-Olivia se hizo los cabellos del rostro hacia atrás.-Si quieres podemos ir en la noche a checar, por lo poco que pude ver el candado se veía algo oxidado, nada que un buen golpe no pueda quitar.
Cynthia bufó, podía a todas horas del día, menos en la noche, ya que era cuando tenia al bastardo ese encima cabalgándola.
-Me temo que no voy a poder.
-¡Venga ya es a la única hora que se puede!
Cynthia resopló con cierto enfado, verse en aprietos le frustraba.
-Bueno.-Se rasco la frente tratando de encontrar alguna idea.-Creo poder cuando el bastardo se duerma, cuando llega al orgasmo siempre cae rendido, asi que puedo aprovechar ¿En donde seria conveniente vernos?
-¿Qué te parece aquí mismo a las dos de la mañana? es cuando toda la seguridad comienza a despejarse y asi.
-Perfecto, entonces nos vemos aquí  a las dos.




jueves, 13 de febrero de 2014

No todos son tan malos



El que menos tenía ganas de ir al maldito estudio era Paul, ese día en especial amaneció con pocas ganas de hacer algo por lo que resolvió quedarse dormido un poco más,  la noche que pasó durmiendo en el estudio no fue precisamente algo cómoda, pues con el cansancio y el dolor de espalda y músculos que tenia lo que más hubiese querido era una cama. Pero como volviendo al problema del cansancio lo único que el pobre Paul anhelaba era tener al menos unos momentos de paz por lo que después de haber salido de su habitación, se dirigió sin demora al estudio ahí juntó los dos sofás que estaban dentro usando un par de cortinas como mantas. No tuvo frío pero durmió terriblemente mal se levantó alrededor de las once de la mañana hora en que Ringo, George y John salían de casa para irse al estudio, había un álbum nuevo en puerta así que por lo tanto mucho trabajo que hacer.
Pasó por la sala; justo en el momento en donde sus hermanos hacían ya su salida a EMI.
-¿Tu porque no te has alistado?-Cuestionó Ringo colocándose su saco.
-Lo siento.-Paul se estiró, estaba molido completamente.-Anoche no lo pasé muy bien así que llegaré un poco tarde.
Ringo asintió total tenían todavía cuatro semanas más para lanzarlo al mercado, lo más importante que eran las canciones ya estaba hecho así que A Hard Day’s Night podía seguir esperando, a parte estaban en negociaciones ya que algunas personas se interesaban en hacer la que sería su primer película lo que les resultaba realmente atractivo. Entre tanto Richard tenía otros pendientes por ejemplo lo de los negocios en Italia, llevaba semanas enteras revisando algunos libros de cuentas y las ganancias obtenidas por la venta de droga y de armas no era lo que se decía, algo andaba mal, turbio. Habría que movilizar los códigos que él mismo metía en el mercado del contrabando para cerciorarse a cerca de la rata que le estaba traicionando esta vez.
-No importa.-Ringo palmeó animosamente el hombro de Paul.-Por cierto Paulie me enteré de que no hiciste nada de nada, sería una lástima mandarla a México siendo tan linda y sobre todo virgen.
Paul aborrecía hacer eso, a decir verdad no sabía cual era el placer que les provocaba a Ringo, John y George el tomar a la fuerza tantas muchachas ¿Qué no se suponía que para que pudiese haber placer debían disfrutar tanto el hombre como la mujer? Eso era lo que no comprendía, y por eso justamente es que su padre el menospreciaba, haciéndole un lugar menor de todos sus hermanos ya que al menos era el único que tenia sentimientos. Era justo el tener sentimientos lo que su padre reprobaba pero a Paul no le importaba en lo más mínimo, desde que tuvo uso de razón siempre supo que no era muy del agrado de Alfred Lennon, por lo que tuvo que aprender a vivir solamente con el cariño de Rita a quien veía no como una nana sino como una madre.
-Bueno.-Continuó Ringo al ver a Paul tan callado.-Nosotros nos vamos, de hecho yo tengo algunos pendientes que resolver por lo que solo iré a EMI por espacio de una o dos horas; que descanses hermano.
Paul le sonrió a Ringo agradecido, se quedó en el living de la casa viéndolos marcharse una vez que hubo perdido aquel Mini Cooper 1964 de vista fue cuando decidió finalmente irse a su habitación, que a esas horas debería estar vacía; y en efecto Lucrecia ya no estaba, la cama estaba alzada;  entró aventando el saco y algunas partituras que tomó del estudio para ponerse a descansar como debía, claro de no haber salido la misma chica que dejó la noche anterior dormida profundamente sobre su cama. Despierta era mucho más hermosa que dormida de eso pudo cerciorarse completamente.
Paul pintó una leve sonrisilla en sus labios aquella pequeña criatura no pudo hacer otra cosa más que provocarle lastima.
-Hola.-Paul dejó de deshacer la cama.-¿Cómo te llamas?
A Lucrecia se le vino la sangre hasta los talones estaba segura de que esta vez no iba a escaparse, estaba a solas y para rematar con la persona a la que tenía como un ídolo antes de que sus padres fallecieran en aquel accidente de carretera. Miraba a Paul con el rabillo del ojo estaba entre asustada y nerviosa lo que le impedía por completo formular una o dos palabras.
-Tranquila.-Paul no pudo evitar reírse, pobre chiquilla a saber que tanto le hicieron antes de llevarla a la mansión, pero a legua se notaba que fuese lo que fuese no habrían sido precisamente cosas lindas, se acercó a ella tomándole del modo más tierno que pudo las toallas que traía encima al tiempo que le pasaba un pañuelo desechable, pues apenas le habló comenzó a llorar.-Nadie te va a comer si no quieres, estaré dispuesto a esperar; solo tienes que tener en cuenta de que eso tiene que venir de ti, si no quieres que te vaya peor.
Le seguía yendo bien; Lucrecia se sonó quedamente la nariz logrando tranquilizarse un poco, bueno al menos el llanto cesó, lo que no podía calmar eran sus manos las cuales estaban demasiado intranquilas encima del delantal.
-¿Cómo te llamas?-Volvió a preguntar Paul mientras se entretenía buscando en su closet una pijama limpia para ponérsela.
-Lucrecia.
Lindo nombre,  al menos a Paul le pareció lindo un poco más bien un mucho la chica también. Se fue acercando a ella poco a poco hasta lograr tenerla a escasos centímetros si algo le llamaba la atención de Lucrecia eran especialmente los labios, fue deslizando su mano derecha poco a poco por aquella pequeña cintura atrayéndola hacia sí mismo.
Mientras trataba de atraer el frágil cuerpo de Lucrecia; tanteaba el terreno por lo menos la muchacha no oponía resistencia lo que le facilitaba las cosas para lo que tenía planeado hacer; a continuación solo pasó lo que él quería: besarla. Eran unos labios demasiado tiernos, por lo que notaba inexpertos pues la chica no hacia ningún tipo de movimiento solo dejaba que él hiciese lo suyo.
-¿No sabes besar verdad?-Paul tomó su rostro juntando su nariz con la de Lucrecia.-Tranquila, solo relájate y déjate llevar.
Lucrecia asintió, ni siquiera ella misma sabia bien lo que pasaba con ella, pero Paul le hacía sentirse segura, protegida por lo que no hubo reparos en permitir que volviese a besarla, él era un poco más alto que ella por lo que permitió también que le alzara haciendo que enredara sus piernas a la cintura. Ahora era cuando las cosas comenzaban a pintar mal, Lucrecia volvió de nuevo sobre sí misma y trataba por todos los medios de quitarse a Paul de encima antes de que se arrepintiera de lo que le dijo; y corriera con la misma suerte que las demás chicas.
-¡No suéltame!-Paul bajó a Lucrecia de su regazo, comprendió que tampoco era para violarla.
-Vete entonces.-Paul caminó hacia la puerta abriéndola completamente para cederle paso.
Lucrecia volvió a tomar las toallas sucias que le mostró Rita para que lavara, saliendo de ahí lo más rápido posible. Al menos Paul le dio a comprender que no todos los Lennon eran tan ruines, probablemente Paul fuese el único que no fuera malo.




domingo, 6 de octubre de 2013

En las garras del león

Ringo entró a su habitación aventando las maletas junto a la puerta y quitándose el saco junto con la camisa, unos cuantos ronroneos femeninos fueron lo que le hicieron llevar su vista hacia la cama, donde descansaba una hermosa mujer, de tez morena clara, cabellos negros, si viajaban sus ojos hasta donde los pechos no estaba nada mal; algo voluminosos tanto que bien podía ver el pezón asomarse un poco por entre el brassiere negro, piernas largas y bien torneadas.
Sin duda una maravilla de hembra, no sabía a ciencia cierta que tipo de ‘’sorpresas’’ tenían sus hermanos en sus habitaciones, pero a él personalmente esa le gustaba…le gustaba bastante a decir verdad, terminó de quitarse la camisa; buscó en su peinador la ultima caja de cigarrillos italianos que le quedaba encendiendo uno cerca de la chica, estaba profundamente dormida, así no le serviría de nada por lo que no tuvo reparos en exhalar el humo frente su rostro.
Le causó gracia ver como ella se despertaba tosiendo mientras movía las manos tratando de espantar el  humo que tanto le molestaba Maureen fue abriendo los ojos lentamente, Ringo pudo maravillarse, aparte de tener un cuerpo de infarto tenia lindos ojos cafés.
-¿Cómo te llamas?-Cuestionó secamente, pero sin alejarse de ella.
Maureen al darse cuenta que estaba con un hombre de inmediato comenzó a asustarse, ¿Cuánto tiempo llevaría con él encerrada? Pero lo que más le angustiaba era no poder verle ni el maldito rostro ¡ahora más que nunca aborrecía con toda su alma el ser ciega! Sin que ella pudiese evitarlo, lagrimas de impotencia comenzaron a rodar por sus mejillas a torrentes logrando llegar al pecho.
Ringo se enfadó pronto de esa niña chillona, ni él había hecho nada y estaba haciendo sus teatros.
-Ya tranquila.-Ringo le tomó fuertemente la barbilla.-No te he hecho nada, apenas te acabo de ver aquí ¿Quién cojones eres?
Maureen no el creía, sin embargo comprendió que por el momento sería mejor dejar de llorar, antes que hacerlo enfadar.
-Maureen.
-¿Maureen que?-Gruñó Ringo.
-Maureen Cox.
Ringo se fijó mas en sus ojos, tenía las pupilas sin movimiento alguno, Ringo movió su mano varias veces; tratando de hacer que por lo menos la puta que tenía enfrente parpadeara pero no, fue  inútil.
-¿Eres ciega?
-Si.-Respondió ella titubeante.
-¿Desde cuando?
-Desde los once años.
Ringo se levantó de la cama, anduvo un rato por la habitación con la mano puesta en la barbilla, así que al putita era ciega, bien así no le servía de nada, lo único que le salvaba de mandarla a México junto con las otras hijas de perra es que le gustaba; solamente por eso se salvaba.
Consideró la oportunidad de dejarla virgen por el momento, solo por mientras conseguía un buen doctor en Londres que el quitara lo único que le hacía ser una piruja inútil.
-Bien mi putita.-Ringo le dio unas cuantas  cachetadas ‘’cariñosas’’.-De momento esta será tu casa, Rita se hará cargo de ti en tanto yo no esté. Ahora vuélvete a dormir ¡Y ya deja de chillar!
 Ringo salió azotando la puerta, Maureen suspiró aliviada al menos le dieron tiempo para acostumbrarse a ese tipo, le hizo caso y volvió a recostarse, esta vez sin dejar de pensar en la pobre Cynthia.
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Paul entraba a su cuarto con bastante sueño, lo único que quería en esos momentos era tocar cama por fin, su cuerpo estaba pidiéndole a gritos una, y él como buen niño obediente que era estaba dispuesto a dársela, solo que estando nada de irse de ‘’avioncito’’ se tuvo que frenar, su cama estaba siendo ocupada por un lindo ángel de piel blanca, cabellos negros, seguro que llegaban hasta mas debajo de la cintura, rostro de ángel y bueno como la mujercita tenia cerrados los ojos no podía ver de que color eran.
Sin embargo a Paul le pareció que por la apariencia la chica no debería tener máximo los dieciséis años, eso tampoco evitó que sintiera cierto tipo de compasión; de todos los Lennon, Paul podía decirse era el menos rudo de todos. Prefirió dejar las cosas por el momento, ya haría lo suyo después cuando la chica se familiarizara con él.
Apagó las luces de la habitación saliendo de ahí sin hacer ruido, no quería que su nueva ‘’inquilina’’ se despertara.
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Luego de quedarse un rato en el bar tomando un par de bebidas beatle, George sintió que el sueño le cobraba factura, tomó su saco y la corbata; sin ánimos, arrastrando los pies y con el entusiasmo que siempre lo caracterizaba por los suelos se dispuso a recorrer el largo sendero que existía desde el bar a su habitación la cual se encontraba al fondo del pasillo; apenas mal abrió la puerta de su habitación sintió que alguien le empujo, alcanzo a detener a la chica para su fortuna sujetándola del cabello.
Olivia se puso la mano en el cabello, esa bestia andante la devolvió de una manera algo tosca, George al cerrar la puerta le dio una bofetada y la tumbó a la cama colocándose encima de ella, Olivia le iba a devolver el golpe de no haber sido porque George le impidió moverse sujetando sus piernas y las manos.
-¿A dónde jodidos pensabas ir?-George apretó más fuerte, Olivia solo se mordió el labio inferior.-¿Eres sorda o solo te haces?-George reaccionó de manera violenta dándole un puñetazo, que le hizo sangrar el labio.-¡Que respondas perra!
Olivia intentó aguantar las ganas de llorar, movió la cabeza hacia otro lado, pero George la hizo mirarlo.
-Bien, si no quieres hablar no hables, solo piensa que tu eres la que va a sufrir las consecuencias de lo que hagas de ahora, en adelante.
George comenzó a desabotonarse el pantalón junto con la camisa ante una Olivia totalmente atónita; estaba asustada, si gritaba seguro el iban a pegar, si se quedaba quieta, quizás le fuera un poco mejor; una vez desnudo, George le separó las piernas y de una estocada le penetró, mientras George penetraba como si nunca en su vida lo hubiese hecho, Olivia sentía fuertes dolores dentro de ella, solo que esta vez tuvo que abstenerse de llorar, ¡vaya manera de conocer a George Harrison! Sirviéndole de su puta personal, George siguió embistiendo; Olivia por su parte prefirió no ponerle tanta importancia al asunto, perdió la mirada en uno de los tapices que había en las paredes de la habitación dejando que su mente la transportase a otro lado en lo que el mal momento pasaba.
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Cynthia se despertó con un fuerte dolor en la entrepierna, pero no comparado con el de la cabeza, lo que les habían puesto para dormirlas le tenía un poco atolondrada, a parte del golpe que recibió también era otro factor.
Al abrir los  ojos lo primero que hizo fue revisar el lugar, se trataba de una habitación enorme, con decoraciones en blanco y negro pero aun así no dejaba de ser bonita, se miró a sí misma, estaba completamente desnuda, el otro lado de la cama vacío; movió la cabeza en negación, quizás el tipo prefirió irse antes de que ella despertara.
La idea se disipó al escuchar al regadera, era su momento para irse de ese lugar, tampoco iba a servirle de puta todos los días buscó su ropa, no encontró más que una camisa blanca; a duras penas consiguió ponerse en pie, aunque cayó al piso, volvió a levantarse, necesitaba se rápida antes que él saliese del baño. Cynthia anduvo despacio a la puerta, al tratar de girar la perilla se encontró con que estaba cerrada con llave, se dejó deslizar por ella hasta el suelo genial ¿Y ahora que?
No sabía que hacer, si esperar o volver a la cama porque el dolor no lo soportaba, a duras penas podía caminar se dejó caer en una silla acolchonada que se encontraba a su izquierda, pensó en Maureen, seguro debía estar en la misma casa, le preocupaba mucho, quería saber como estaba, como le habían tratado, ella no supo cómo demonios dejó de ser virgen porque quizás le hubiesen desvirgado mientras estuvo sedada; lo único bueno de todo eso es que se sentía menos asqueada.
John salió por fin de la ducha envuelto solamente con una toalla de baño negra enredada alrededor de la cintura. Se fijó en el reloj que estaba colgado a un lado del peinador, vaya que a la chica le gustaba despertarse tarde, eran más de las doce del día.
-Por lo visto dormimos bien anoche ¿No primor?
Cynthia no habló, claramente comprendía que el maldito se estaba burlando de ella, era fácil siendo ella la afectada, él solo tenía que reclamar eso como un premio, solo que se fijó más en la voz, para colmo de sus males estaba con un beatle y para ser más precisa con John Lennon, quien le parecía el más asqueroso de todos los cuatro.
-¿A poco le interesa como esté?-Respondió ella finalmente, no sabía si sería bueno o mal dejarlo con la palabra en la boca.
John al escucharla responder de modo altivo, consideró que nunca era demasiado tarde para hacerla entrar en razón, ahora viviría en su casa se la fallaría toda las noches, prácticamente su vida dependía de lo que le mandara y si es que quería seguir conservándola lo mejor era que se mantuviera con la boca cerrada o bien que eligiera con más cuidado como respondía.
Se dirigió a ella haciéndola ponerse en pie apretándole el cuello lo más fuerte que podías.
-Solo una cuestión perra, aquí quien manda soy yo, ¿Estamos? Siguiendo a lo que estaba, esta será tu casa por tiempo indefinido.
-¿Tiempo indefinido?-Cuestionó Cynthia sorprendida, o sea que sería difícil salir de ahí.-¿Cuándo me voy a poder largar de aquí?
John se cansaba de aquella adolescente preguntona, rebelde y fastidiosa, no dudó ni un instante en estampar su gruesa mano en las delicadas mejillas de Cynthia Powell.
-No lo sé.-Su voz fue tosca.-Solo sé que si intentas escapar ahora si no te salvas de irte de puta a México ¿Comprendes la gravedad del asunto?
Cynthia asentía presurosa, entonces aparte de Beatles eran tratantes, solo que usaban el grupo como medio para conseguir mujeres, vaya manera de hacer el trabajo.
-Ahora, vuelve a la cama, Rita va a traerte ropa y comida yo estaré fuera todo el día pero no te preocupes a la noche volveré para divertirnos.-Luego tomó su mentón estampando sus labios en los de Cynthia.-Tranquila que esta vez me aseguraré que tu también disfrutes de mis juegos primor.
John terminó de vestirse, salió volviendo a echar el cerrojo a la puerta, Cynthia por su parte volvió a acurrucarse en la cama, sin poder evitar derramar unas cuantas lágrimas, nunca en su vida resentía tanto el ser huérfana como hasta ahora. Para ser exacta, quería morirse.








viernes, 6 de septiembre de 2013

Secuestro

Para las nueve de la noche, las cuatro chicas ya esperaban afuera del orfanato con un gran aguacero encima, la perra de la madre abadesa no fue ni siquiera pada proporcionarles unas sombrillas por lo que tenía que replegarse de la lluvia, refugiándose en la copa de un árbol que para su fortuna las cubría bastante bien, las otras dos chicas Cynthia las conocía perfectamente, no solo porque trataba de interactuar con unas sino porque una de ellas tenía quince días de haber ingresado, se trataba de Lucrecia una española que quedó huérfana a raíz de un accidente vial que tuvieron sus padres al trasladarse a su trabajo.
La otra era pelirroja muy bonita pero callada a la vez, solo tenía la vista perdida en la calle mientras miraba en sentidos contrarios. Cynthia se quedó callada, no quiso platicar con nadie.
Al fin unas luces las hicieron encandilar a todas, la bendita camioneta se acercó a ellas bajando de ella un par de tipos uno rubio y otro de cabello obscuro pero eso no les quitaba lo bien parecidos.
-¿Esas son Stu?-Cuestionó el rubio mientras se comía con los ojos a Lucrecia, esta solo se hizo pequeña en su lugar.
El otro muchacho sin decirles ni si quiera buenas noches se adentró un poco más en la lluvia parándose en la puerta del orfanato, si ese era el orfanato católico que Brian les indicó, en el mismo silencio que llegó volvió a la camioneta, de ahí bajaron cuatro muchachos mas quienes sin la menor dificultado subieron a la fuerza a las cuatro cicas no sin antes vendarles los ojos y las manos, con Cynthia sufrieron un poco, por lo que hubo de golpearle con la culata de una pistola para poder amansarla.
El resto del camino lo pasaron en silencio, nadie habló, las chicas se estremecieron cuando sintieron que la camioneta se detuvo.
-Bien lindas.- Stu comenzó a hablar dando las reglas.-Esta casa será su hogar por un tiempo indefinido, a la perra que no obedezca la van a mandar a un burdel a México ¿entendieron?
Las tres asintieron presurosamente, Stuart se dio por bien servido al menos demostraban que siendo mujeres no eran tan idiotas como él las pensaba, Peter ayudó a Maureen a bajarse y a caminar hasta la puerta donde la sestaba esperando el ama de llaves Rita Shotton, una mujer de carácter amargo, y cara dura.
-¿Así que estas cuatro son las nuevas inquilinas?-Cuestionó con voz severa y tosca.-Mandaré a alguien para que las prepare, los señoritos regresan de su gira hoy por la madrugada y seguro querrán diversión.
-¿Con que los cuatro cabrones regresan de la primer gira por América?-Argumentó Stuart de manera burlona, el también había estado en el grupo, pero de no haberle estado pisando la policía alemana los talones, no hubiese tenido que fingir una hemorragia cerebral.-Bueno me alegro por ellos, oye Rita deberías mandar a alguien, traemos a  otra puta en el asiento trasero, es la rebelde, la tal Cynthia.
Rita dibujó una sonrisa algo macabra en el rostro, sin decir nada solo hizo una señal para que los tipos metieran a las chicas a empujones dentro, cada cual fue conducida a las habitaciones de John, Ringo, Paul y George no sin antes pasar por manos de un estilista para que las dejase como ‘’reinas’’ según ordenó Stuart. A los chicos no les gustaría llegar y encontrarlas tal cual salieron del internado, por lo que era mejor empezar a trabajar con ellas de una maldita vez.
Luego de eso cada una fue llevada a las habitaciones de los muchachos, dejándolas encerradas no sin que Rita les llevase antes ropa sexy, una charola con abundante comida y somníferos, uno de los gustos que tenían los hijos de Alfred Lennon es que al llegar les gustaba encontrar a sus sumisas, dormidas.
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El avión aterrizó en Liverpool a las tres cuarenta y cinco de la mañana, el grupo The Beatles acababa de desbordar el avión para dirigirse a la camioneta que le estaría esperando en el aeropuerto, en medio de una turba de fans enloquecidas tratando de brincarse las brigadas de seguridad, John, Paul, George y Ringo viajaban en una camioneta abierta por la cual podían darse el lujo de saludar y Paul de tirar besos a sus fans, John mientras tanto les escribía piropos obscenos en pedazos de papel mientras los enrollaba y metía dentro de un grueso popote, le daba risa ver como las chicas casi se agarraban de las greñas todo por coger las estupideces que escribía.
Los únicos que iban quietos eran George y Ringo, quienes se divertían con las locuras que hacían los primeros dos, en serio Ringo no sabía que pensar, si John estaba loco o Paul otro tanto, pero el caso es que ese par siempre fueron uña y mugre a pesar de la corta diferencia de edades.
Al fin lograron salir de Liverpool, se metieron dentro de la camioneta, Ringo recordó que sus padres no estarían en cas por un buen tiempo así que podrían armar una fiesta privada solamente con sus amistades cercanas.
Solo que recordó que su padre no quería enterarse de que habían hecho fiestas en su casa, por eso tenían apartamentos por toda la ciudad, es decir para que el viejo no se enojase e hiciese berrinche, preferían hacerlas a parte.
-No se ustedes muchachos.-John se talló los ojos, estaba cansado.-Pero yo me estoy muriendo, esta primera gira me dejo totalmente molido.
Paul asintió, era verdad pero solo estaban probando los principios del éxito, según Brian Epstein y George Martin ese tipo de giras se repetirían por lo menos unas dos veces más.
-Si ya lo sé.-Continuó George.-Pero ¿No es lo que queríamos? ¿Ser más famosos que el mismo Elvis? Ya lo hemos logrado, solo nos falta soportarlo.
John se puso a considerarlo y si, su hermano menor tenía razón, por muchos años estuvieron escalando puestos hasta estar a donde estaban hoy en día, les costó mucho desde la muerte de su madre hasta la salida de Stu porque la poli le estaba pisando los talones, fue una lástima pero Stuart siempre se inclinó mas por el arte que por la música, por ello pensaba que se había hecho un favor a sí mismo y sobre todo por la novia alemana que se consiguió Astrid.
El resto del viaje se continuó en  pleno silencio todos se quedaron dormidos, ya que aun faltaba buen tramo de camino para estar en casa.








jueves, 5 de septiembre de 2013

Propuesta

Durante mucho tiempo soñaron con salir de ese maldito hospicio, probar las mieles de la libertad lejos de la madre Liberty y sus tontos castigos puritanos; pero cuando el día llegó no pensaron que fuese el adecuada, o al menos eso es lo que Cynthia Pensó ya que una de las que se iban para siempre esa noche eran ella y Mo su única y mejor amiga quien para su desgracia cuando tenía ocho años pisó mal, cayó rodando de las escaleras y se quedó ciega, la abadesa poco hizo por tratar de curarla y eso que muchas señoras de la alta sociedad se ofrecieron a hacer actividades para pagar la operación de Mo. Sin embargo la perra viviente esa se negaba a operarla; y lo que se suponía iba a ser para la sanación de Maureen, lo gastaba en ‘’necesidades del hospicio’’ que no eran otra cosa más que sus lujos personales; pues a las chicas las tenía viviendo al día.
Sin embargo toda esa miseria se terminaría pronto, Cynthia ya terminaba de hacer su equipaje, en realidad constaba de una pequeña maleta donde tenía unas cuantas medias, blusas, dos vestidos,  seis faldas, y tres pares de zapatos. Algo rápido para empacarse fácilmente y después se iría a ayudar a Maureen quien estaba batallando un poco.
-¿Ya acabas Mo?
Maureen dejó de hacer lo que estaba haciendo sentándose en la orilla de su cama, tantos años en ese hospicio que se le hacía un mundo salir afuera; para ser exacta tenía miedo.
Cynthia la comprendía, ella si estuviese en su mismo estado también estaría igual de temerosa, pues estando ciega nada podría hacer pero por fortuna se habían llevado muy bien los últimos diecisiete años y pensaba llevársela a vivir con ella, quizás rentarían un apartamento pequeño y ella podría trabajar por las dos.
-¡Venga ya Mo!-Cyn le sobó el brazo izquierdo haciéndole sonreír, al menos logró que dejase de estar seria.-Vas a ver que será divertido, creo que mejor que esta pocilga sí.
Maureen se rio esta vez con un poco mas de ganas, desde que tuvo uso de razón Cynthia siempre aborreció el hospicio junto con la abadesa Liberty por igual; de lo único que había estado hablando las últimas semanas era de las muchas cosas que harían juntas una vez fuera de esa ‘’prisión’’. De lo que siempre le estuvo agradecida es que la incluyese a ella en sus planes, aunque no tenía porque solo le habló cuando recién ingresó al orfanato. Y de ese día se hicieron casi inseparables.
-Lo que sucede es que después de aquí me voy a sentir inútil, ¿Para que podrá servir una ciega? –Maureen no pudo evitar resoplar un poco enfadad, habia veces en que deseaba mejor haber muerto en aquel accidente que despertar del golpe, pero a obscuras.
Cynthia arrugó el entrecejo, no le gustaba escuchar a Maureen hablar así, total fue un accidente.
-Tranquila Mo, tu no tienes la culpa.
-¡Claro que la tengo!-Maureen manoteó sobre su falda de cuadros.-De haber pisado bien no habría rodado las escaleras, ni me hubiese pegado en la cabeza, 1ahora mírame Cyn! Soy un estorbo.
Cynthia no dijo nada, era una de las rabietas que Maureen solía hacer cuando se encontraba asustada, ese era uno de esos momentos era lógico pensaba que iba  aquedar desamparada o algo por el estilo; solo que ella se cansaba a veces de decirle hasta el cansancio que no estaba sola del todo, que la tenía a ella a quien a fin de cuentas veía como una hermana sin serlo precisamente biológica. Cynthia estaba segura de que muchas veces podían establecerse lazos netamente familiares con algunas personas sin tener que compartir algún gen o ADN que les hiciese participes de una misma familia. Dentro del horfanato aprendió a verlas a todas más o menos en un plan de ‘’hermanas’’ Sin embargo con ninguna se encariñó más de la cuenta como le sucedió con Maureen.
-Anda.-Cynthia se puso en pie ayudando a Maureen.-Te ayudo a hacer lo que falta de tu equipaje, saldremos en poco rato.
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Dentro del despacho de la abadesa se encontraba un hombre de aspecto amable, bien vestido y con dos guardias afuera esperándole se trataba del dueño del The Cavern Culb Brian Epstein, un hombre de origen escocés que se hizo famoso en Liverpool por bares como The Cavern pero sobre todo por ayudar a la familia Lennon con su legendario negocio de trata de blancas, así como otras cosas referentes a las mafias, tenía algunos conocidos que le pagaban por las chicas especialmente por aquellas que no tenían quien se ocupase de ellas; por eso siempre escogía los orfanatos, les inventaba algún cuento de hadas cuando en realidad las llevaría a conocer el infierno en persona, sin embargo al recordar la cantidad de ceros que llevaría su cheque a Brian pronto se le quitaban de encima los pesares y remordimientos, ocupando sus pensamientos en el dinero que se gastaría creando algún nuevo bar.
-¿Ya están listas las chicas que va a echar el día de hoy abadesa?-Cuestionó Brian acomodándose el saco para sentarse.
La abadesa dejó a relucir una enorme sonrisa, gracias a esas chicas tontas que ingresaban a su hospicio día con día es que ella se hacia más rica cada vez; cada que una salía por la puerta principal era un cheque con cantidades casi millonarias en su cuenta bancaria, bien valía la pena cuidar de esas mugrosas mujercitas hasta que cumplían los 17 o 18 años; edad que consideraba suficiente para hacerlas pasar como mujercitas hechas y derechas.
-Por supuesto señor Epstein, las niñas saldrán de aquí directo al club a partir de las siete de la noche, procuraré que se vayan vestidas para…
-Espere.-Brian colocó una de sus delicadas manos sobre las de la abadesa.-Prefiero hacerlo yo mismo, es decir no em gustaría sembrar sospechas ¿Ya sabe por quién estoy hablando verdad?
La abadesa no pudo evitar bufar, esa Cynthia Powell, muchas veces se halló en la necesidad de echarla del orfanato, pero siendo la única que cuidaba de la ciega y torpe Maureen tenía que prescindir de ello ya que de las chicas ninguna quería echarse la carga de cuidar de la ciega, a parte que Powell les ayudaba a las otras sirvientas con las labores del orfanato; solo que cuando el problema se presentaba cuando se llegaba a revelar, podía ser peligrosa, aun no cumplía los dieciocho años pero en vista de que era del agrado de uno de los hijos de Alfred Lennon, no tuvo mayores reparos en deshacerse de la persona a quien por mucho tiempo consideró su cáncer.
-¿En donde está ella? Me gustaría prevenirla de una vez, siempre es bueno dar un paso adelante.
-Está en su dormitorio haciendo su maleta, ella también esta feliz de largarse como yo de ya no verla por aquí nunca más.
A Brian el último comentario de la abadesa no le importó, solo dejó por educación que terminara de hablar para salir del despacho, el camino hacia los dormitorios ya se lo sabía de memoria así que no hubo necesidad de que le acompañase la madre abadesa, Al llegar se colocó un guante, no le gustaba tocar a mano limpia las pesadas y sucias puertas de madera que adornaban las habitaciones de aquel orfanato.
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-¿Diga?-Cynthia abrió la puerta dejando ver solamente la cabeza, en ese momento Brian comprendió porque el hijo bastardo de Alfred se entusiasmó con la chica, caray sí que era bonita.-¿Es sordo o le comieron la lengua los ratones?
Brian dejó escapar una carcajada, era atrevida, tal como el mismo John Lennon; en fin ya estaba ahí solo le restaba pasar.
-¿Cynthia Powell y Maureen Cox verdad?
Cyn miró a Maureen asintiendo por las dos. Brian se sentó en la orilla de una de las camas que estaban frente a las chicas para verlas con más paciencia la ciega sería perfecta para Ringo, el hijo mayor,   era muy bonita, no le pedía nada  a la otra; aparte se veía quieta, callada, sumisa todo lo que el joven Richard pedía en una mujer. Pero si se detenía a observar fijamente a Powell todo lo contrario a lo que Lennon pensaba de ella, la chica daba muestras de ser preguntona, altiva y rebelde, muy rebelde por lo que sería poco probable que John quisiese quedarse con ella; aún así se la llevaría, podría presentarla como un regalo de cumpleaños adelantado.
-Bien chicas, según sé salen esta noche del orfanato ¿no?
-Si.-Respondió Cyn un poco titubeante.-¿Pero a que viene la pregunta señor…?
-Epstein.-Brian le tendió su mano a Cynthia.-Brian Epstein, soy dueño del Cavern. ¿Han oído hablar del club?
Cynthia y Maureen voltearon a verse nuevamente.
-¿Y a nosotros que?-Maureen interactuó por primera vez.
Brian se ajustó la corbata antes de empezar.
-Chicas, lo que sucede es que necesito meseras, se que cuatro de ustedes saldrán hoy y quisiera ofrecerles trabajo, al menos en lo que encuentran algo estable,
A Cynthia comenzaba a interesarle el asunto, es decir no tenían a nadie que se preocupase por ellas, y sinceramente le sorprendía que es hombre prácticamente desconocido viniese a ofrecerles trabajo de buenas a primeras; aunque después se ponía a penar y veía las cosas turbias, muy, muy turbias.
-¿Exactamente cuantos a parte de mi les han venido a ofrecer un trabajo querida?-Preguntó Brian, al ver a Cynthia tan callada, lo mejor que podía hacer era contraatacar, obviamente la chica no tenía ni pelo de tonta.-Digo, que yo se pa he sido el único..,
-¡Momento señor Epstein si vino hasta aquí para hacerla de la hermana de la caridad…!
-¡vine porque sé que necesitan el trabajo Cynthia! En especial Maureen, ahora bien ¿aceptan o no el trato chicas? Oportunidades como la que les doy no se les volverá a presentar mucho menos en la puerta de su hogar. Piénsenlo
Brian estaba a nada de salir, algo que también se informó de Cynthia es que era compulsiva y justo cuando llegó a la puerta escuchó una melodiosa voz.
-¡Aceptamos!-Brian esbozó una sonrisa.-¿Cuándo empezamos?
Brian consideró prudente volverse, era de mala educación darle la espalda a las personas.
-Esta noche vendrá por ustedes dos y otras chicas una camioneta, esperando fuera del orfanato.
-De acuerdo, entonces hasta la noche.











lunes, 2 de septiembre de 2013

Secuestradas (Introduccion)



Cynthia, Maureen, Olivia y Lucrecia son cuatro huérfanas entre 17 y 18 años que en la primer noche que pasan fuera de su hospicio; son llevadas a trabajar al culb nocturno The Cavern cuyo dueño es Brian Epstein,  un hombre homosexual cuyo trabajo es conseguir chicas para la trata de blancas, negocio al que se dedican los hermanos Lennon, quienes a su vez, fingen tener una banda estilo Rock and Roll para pasar desapercibidos.
El problema para las chicas surge cuando los Lennon las llevan fuera de Liverpool, Cynthia ideará miles de planes para escapar, los cuales serán todos saboteados por John mientras que Maureen, Olivia y Lucrecia puede que encuentren en el resto de los cuatro hermanos el príncipe azul que tanto esperan.